LA LUZ DE DIOS

El primer paso hacia el control de uno mismo es el de aquietar toda actividad exterior, tanto de la mente como del cuerpo. De quince a veinte minutos antes de recogerte a dormir, y por la mañana, antes de comenzar tu día, haciendo el ejercicio siguiente, hace prodigios para todo el que haga el esfuerzo necesario.

El segundo paso es asegurarse de no ser perturbados y después de haberse tranquilizado y estar muy quietos, visualizar y sentir el cuerpo envuelto en una Luz radiante, blanca. En los primeros cinco minutos, mientras se visualiza este cuadro, sentir intensamente la conexión entre el ser exterior y el Magno Dios Interno, enfocando la atención en el corazón y visualizándolo como un Sol Dorado.

El tercer paso es el reconocimiento: "Yo acepto gozoso la plenitud de mi Magna Presencia de Dios, el Cristo Puro". Siente el gran brillo de la Luz e intensifícala en cada célula de tu cuerpo durante unos diez minutos más.

Ahora cierra la meditación ordenando: "Yo soy Hijo de la Luz. Amo la Luz. Vivo en la Luz. Soy protegido, iluminado, provisto y mantenido por la Luz y bendigo la Luz".

Recuerda siempre que uno se convierte, se transforma en aquello que medita, y puesto que de la Luz salimos, la Luz es suprema perfección y el control de todas las cosas.

La contemplación y adoración de la Luz obliga la iluminación en la mente, salud y fuerza en el cuerpo, paz, armonía y éxito en los asuntos de cada individuo que lo haga realmente y lo continúe.

Desde el comienzo de cada Era, bajo todas las condiciones se nos ha dicho por todos los que han alcanzado los más altos logros de la Vida, que la Luz es Suprema; que está en todas partes y que existe en todas las cosas.

Esa Verdad es tan real hoy como lo era hace millones de años. Tan remotamente como se encuentre un rastro de humanidad, los grandes sabios de todas las Edades han sido presentados como un halo de Luz emanado de la cabeza y el cuerpo de cada uno.

La Luz es real. Tan real como la luz eléctrica en vuestros hogares. No está lejos el día en que serán construidas máquinas que revelen la emanación de Luz en contorno a cada individuo, a la vista física del que desee observarlo. Dicha máquina también revelará la contaminación o decoloración que forma una nube que rodea la Luz de Dios, generada por el ser personal y ocasionada por los pensamientos y sentimientos discordantes.

Esta es la forma y es la única manera de mal usar y calificar erróneamente la energía de la Gran Corriente de Vida.

Si practicas este ejercicio fielmente y lo sientes en cada átomo de tu mente y cuerpo con profunda intensidad, recibirás abundante prueba de la tremenda Actividad, Poder y Perfección que existe y está siempre activa en la Luz. Cuando hayas experimentado esto, aunque no sea sino por un corto tiempo, no necesitarás pruebas adicionales. Te conviertes en tu propia prueba. "La Luz es el Reino. Entra en él y estarás en Paz". Regresa a la casa del Padre. Después de diez días de hacer este ejercicio, es bueno hacerlo tres veces diarias. Mañana, tarde y noche. A menudo oigo la queja: "Ay, yo no puedo dedicar todo ese tiempo". Para aquéllos que sean de esa opinión, deseo decirles: El tiempo que gasta la persona corriente en criticar, condenar y culpar a los demás por ser diferentes, si fuera dedicado al uso y reconocimiento de la Luz, les sería manifestado el Cielo en la Tierra. Para el individuo que se atreve a comprobarlo y tiene suficiente determinación para continuarlo, nada le es imposible. La Luz jamás falla.

La Luz es la forma que usa Dios para mantener el orden, paz y perfección en toda Su Creación. Todo ser humano en esta Tierra puede disponer de todo el tiempo que él desea para hacer este ejercicio, si su deseo es suficientemente intenso. La intensidad del deseo, por sí sola, reorganizará el mundo del individuo, las personas, las condiciones y las cosas para proveerle el tiempo, si es que él desea firmemente emplearlo para su elevación. No hay nadie en el mundo que sea eximido de esta Ley, ya que el deseo intenso de hacer algo constructivo descarga el Poder de la Energía necesaria para crear y expresar la cosa deseada.

Todo el mundo tiene el mismo privilegio supremo de contactar la Omnipotente Presencia de Dios; y es el único Poder que jamás ha elevado, eleva y elevará al ser personal por encima de la discordia y la limitación. Hijo mío, ensáyalo con gran persistencia y sabe que Dios en ti es tu Victoria Certera.


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ACTUALIZADA
26-05-2002