LAS LEYES COSMICAS

 

Las Grandes Leyes Cósmicas no discriminan ni más ni menos que la tabla de multiplicar, o la electricidad, cuando un ignorante de las leyes que las gobiernan trata de manejar sus fuerzas sin saber la manera de controlarlas.

Los Grandes Decretos Inmutables que mantienen su origen en el Reino Infinito de la vida manifestada, están todos basados sobre el gran Principio Creador - Amor -. Es el corazón, el sustentador de todo el eje sobre el cual se construye y se le da existencia a la forma. El Amor es armonía y sin él, como base inicial, esa forma no podría manifestarse en absoluto. El Amor es el poder coercitivo del universo y sin el cual este no podría existir.

En tu mundo científico, el Amor se expresa como la fuerza de atracción entre electrones. Es la inteligencia directiva la que los atrae a la forma. Es el poder que los mantiene circulando en contorno a un núcleo central y es el aliento que los atrae. Es la misma verdad en todo vórtice de fuerza en cualquier parte de la creación.

Un núcleo central y los electrones que giran en contorno forman un átomo. Este núcleo es Amor y es para el átomo lo que el polo magnético es para la Tierra, y lo que la espina dorsal es para el cuerpo humano. Sin un núcleo o corazón central, no existirían sino los electrones llenando el infinito y circulando alrededor del gran Sol Central. El electrón es espíritu puro, o Luz de Dios. Él permanece para siempre incontaminado y perfecto. Si no lo fuera, no podría ni desearía obedecer la Ley dirigente del Amor. Es inmortal, eterna y pura energía, Luz inteligente y la única substancia real y verdadera de la cual está hecho todo el Universo. Es la esencia vital eterna y perfecta de Dios.

El espacio interestelar está lleno de esta pura esencia Luz. No es oscura ni tampoco es un caos, según lo han concebido los intelectos pequeños, limitados, ignorantes, de los humanos. Este gran Océano de Luz Universal que existe en todas partes en el infinito, está constantemente siendo invocado para darle forma o para dársele una cualidad de una u otra clase, de acuerdo a la forma en que los electrones sean mantenidos en contorno a un punto central o núcleo, por Amor.

El número de electrones que se combinan en un átomo específico es determinado, o es el resultado del pensamiento consciente. La velocidad con que giran alrededor del núcleo central es el resultado de o es determinado por el sentimiento. La intensidad del movimiento giratorio dentro del núcleo central es El Aliento de Dios y, por lo tanto, es la actividad de mayor concentración de Amor Divino. Hablando en términos científicos, sería denominada "fuerza centrípeta". Estos son los factores determinantes de la cualidad de un átomo.

Veras pues que el átomo es una entidad viviente, que respira, creada por el aliento, o Amor de Dios, debido a la voluntad inteligente autoconsciente. Es esta la forma en que "El Verbo se hace carne". La maquinaria que la inteligencia autoconsciente utiliza para lograr esta manifestación de su ser es el pensamiento y el sentimiento.

El pensamiento destructivo y el sentimiento discordante reajustan de tal forma la tasa de velocidad de los electrones dentro de un átomo, que la duración del Aliento de Dios dentro de un átomo, que la duración del Aliento de Dios dentro del polo magnético es cambiado. La duración del Aliento es un decreto de la voluntad consciente, usando esa clase específica de átomo. Si esa voluntad consciente y directora es sustraída, los electrones pierden su polaridad y se dispersan buscando su camino, inteligentemente, hacia el Gran Sol Central, para repolarizarse. Allí ellos reciben únicamente amor, ya que el Aliento Divino nunca cesa y el orden a la Primera Ley es enteramente mantenido.

Algunos científicos han alegado y enseñado que los planetas chocan en el espacio. Semejante cosa es imposible. Esto sería lanzar todo el plano de la creación al caos. Es una fortuna que las Magnas Leyes de Dios no están limitadas a las opiniones de algunos hijos de la Tierra. No importa lo que diga ningún científico, mundano o no, pues la creación divina está eternamente avanzando y expresando mayor y mayor perfección.

Este pensamiento constructivo y este sentimiento armonioso dentro de la mente y cuerpo humanos, son las actividades del Amor y el Orden. Estos permiten que la velocidad de los electrones dentro del átomo se mantenga y así permanezcan polarizados en su punto particular del Universo, tanto tiempo como la duración del Aliento de Dios dentro de su núcleo se ha mantenido fijo por la voluntad y la dirección de la autoconsciente inteligencia que esté usando el cuerpo en el cual ellos existen. En esta forma, la cualidad de perfección y el mantenimiento de la vida en un cuerpo humano, siempre están bajo el control consciente de la voluntad del individuo que lo ocupa. La voluntad del individuo con respecto a su tiempo es soberana, aun en el caso de accidentes, nadie abandona su cuerpo-templo, hasta que él mismo voluntariamente lo decida. A menudo el dolor en el cuerpo, el temor, la incertidumbre, y muchas otras cosas influyen en la personalidad para que cambie sus decisiones con referencia a lo que ha determinado en el pasado; pero todo lo que ocurre al cuerpo siempre está bajo el control individual del libre albedrío. Al comprender la explicación que antecede respecto al electrón consciente, que el individuo ejerce para gobernar la estructura atómica de su propio cuerpo por medio de su pensamiento y sentimiento, se podrá comprender el principio único que gobierna la forma a través del infinito.

Cuando el hombre haga el esfuerzo para comprobar esta Verdad que acabamos de exponer, procederá a dominarse a sí mismo; y cuando haya hecho esto encontrará que todo en el Universo cooperará con él para obrar todo lo que desee, a través del amor. Todo aquél que se haga obediente a la Ley del Amor está encaminado hacia la perfección y le pertenece ya la autoridad y la Maestría. Ha adquirido el derecho de gobernar porque primero aprendió a obedecer. Cuando haya obtenido que la estructura atómica de su cuerpo y mente le obedezcan, toda otra estructura atómica en el exterior le obedecerá. Así es que a través de su pensamiento y el sentimiento, cada individuo tiene el poder de ascender a lo más alto o descender a lo más bajo. Cada uno por sí solo determina su propio sendero de experiencias. Por el control consciente de su atención, lo que su mente le permita aceptar, él puede hablar y caminar con Dios, cara a cara, o darle la espalda a Dios y volverse inferior a los animales, hundiendo su conciencia humana hasta la desaparición. En este último caso, la Llama Divina de su interior se separa de su actuación humana.

Después de muchos eones de tiempo, él ensayará un nuevo viaje humano al mundo de la materia física, hasta que la victoria final se cumpla conscientemente y por su propio albedrío.


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ACTUALIZADA
26-05-2002